San Mamés lanzó la fiesta de Osasuna, que vuelve a una final de Copa. Es la segunda batalla por el título que jugarán los rojillos después de la perdida en 2005 con el Betis. La eliminatoria ganada ante el Athletic quedará en el recuerdo. El cuarto escalón de la canción sanferminera (1 de enero, 2 de febrero, 3 de marzo, 4 de abril....) fue de la mano de los rojillos y le hizo un quiebro al Athletic en el partido con más asistencia de público en la historia de San Mamés. Los 51.544 aficionados congregados para la ocasión dejaron atrás cualquier registro anterior. Sólo la final de la European Rugby Champions Cup entre Leinster y Racing 92, que se disputó en La Catedral en mayo de 2018, reunió más aficionados. Entonces fueron 52.882.
Decidió Pablo Ibáñez, un chico de Tajonar que tiene un contrato por objetivos y que con goles como el de San Mamés renovará más allá de 2024. Fue una noche muy trabajada, de esas que no tienen resultado inmediato y que obliga a los protagonistas a no dejarse ir por un varapalo. Resistencia y positivismo. Las finales no quieren tipos tristes. El partido no se rompió nunca porque Athletic y Osasuna tenían claro que de lo que se trataba era de reponerse a lo que pudiera pasar. Los leones fueron insistentes, pero tardaron en encontrar el gol que les diese equilibrio en la eliminatoria.
Salió el Athletic vigoroso y en el minuto 8 una buena acción de Guruzeta tras una mala decisión de Aridane propició una gran intervención de Herrera. No fue gol, pero advirtió de las intenciones en una eliminatoria que para el Athletic exigía remontada. Un disparo desviado de Nico Willliams, un remate fallido de Iñaki Williams y otra parada de Herrera tras cabezazo de De Marcos fueron las gotas que salieron de la norma hasta que llegó el 1-0. Iñaki Williams remachó un remate de Vesga y llevó la locura a San Mamés. Osasuna despertó bien del golpe porque poco después Kike García se plantó delante de Agirrezabala, que ofreció una firme respuesta. En la continuación de esa jugada Kike pidió penalti de Iñigo Martínez, pero Del Cerro ni el VAR consideraron que hubo falta.
Doble ocasión de Nico
La ventaja del Athletic se mantuvo a la hora de partido, que fue cuando las acciones empezaban a pensar más en la cabeza que en las piernas. Un desliz tomaría carácter definitivo y no había que cometerlo. El duelo era un compendio de intensidad, nervio y compromiso, aunque estuvo poco aderezado de calidad. Es lo que tienen los cruces de única dirección: vale ganar, el cómo importa menos. El desgaste y la propuesta eran del Athletic frente a un Osasuna que parecía vivir esperando su momento.
El partido amagaba hacia la prórroga cuando en el minuto 70 Nico Williams tuvo la oportunidad de sentenciar, pero envió alto el caramelo que le había regalado su hermano. Fue la espoleta que agitó de nuevo la leonera. El Athletic se lo creía y Osasuna empezaba a flaquear. Iñigo Martínez tuvo otra, no tan clara, un minuto más tarde. Herrera pidió un break para estirar músculos. Era la manera de dar aire a los suyos. Los últimos bofetones antes del tiempo extra fueron para Kike García, con un disparo lejano queriendo sorprender a un adelantado Agirrezabala; Raúl García, cuyo disparo repelió Herrera, y Nico, que remató igual de mal que la primera vez.
La prórroga del ChimySan Mamés lanzó la fiesta de Osasuna, que vuelve a una final de Copa. Es la segunda batalla por el título que jugarán los rojillos después de la perdida en 2005 con el Betis. La eliminatoria ganada ante el Athletic quedará en el recuerdo. El cuarto escalón de la canción sanferminera (1 de enero, 2 de febrero, 3 de marzo, 4 de abril....) fue de la mano de los rojillos y le hizo un quiebro al Athletic en el partido con más asistencia de público en la historia de San Mamés. Los 51.544 aficionados congregados para la ocasión dejaron atrás cualquier registro anterior. Sólo la final de la European Rugby Champions Cup entre Leinster y Racing 92, que se disputó en La Catedral en mayo de 2018, reunió más aficionados. Entonces fueron 52.882.
Decidió Pablo Ibáñez, un chico de Tajonar que tiene un contrato por objetivos y que con goles como el de San Mamés renovará más allá de 2024. Fue una noche muy trabajada, de esas que no tienen resultado inmediato y que obliga a los protagonistas a no dejarse ir por un varapalo. Resistencia y positivismo. Las finales no quieren tipos tristes. El partido no se rompió nunca porque Athletic y Osasuna tenían claro que de lo que se trataba era de reponerse a lo que pudiera pasar. Los leones fueron insistentes, pero tardaron en encontrar el gol que les diese equilibrio en la eliminatoria.
Salió el Athletic vigoroso y en el minuto 8 una buena acción de Guruzeta tras una mala decisión de Aridane propició una gran intervención de Herrera. No fue gol, pero advirtió de las intenciones en una eliminatoria que para el Athletic exigía remontada. Un disparo desviado de Nico Willliams, un remate fallido de Iñaki Williams y otra parada de Herrera tras cabezazo de De Marcos fueron las gotas que salieron de la norma hasta que llegó el 1-0. Iñaki Williams remachó un remate de Vesga y llevó la locura a San Mamés. Osasuna despertó bien del golpe porque poco después Kike García se plantó delante de Agirrezabala, que ofreció una firme respuesta. En la continuación de esa jugada Kike pidió penalti de Iñigo Martínez, pero Del Cerro ni el VAR consideraron que hubo falta.
Doble ocasión de Nico
La ventaja del Athletic se mantuvo a la hora de partido, que fue cuando las acciones empezaban a pensar más en la cabeza que en las piernas. Un desliz tomaría carácter definitivo y no había que cometerlo. El duelo era un compendio de intensidad, nervio y compromiso, aunque estuvo poco aderezado de calidad. Es lo que tienen los cruces de única dirección: vale ganar, el cómo importa menos. El desgaste y la propuesta eran del Athletic frente a un Osasuna que parecía vivir esperando su momento
El partido amagaba hacia la prórroga cuando en el minuto 70 Nico Williams tuvo la oportunidad de sentenciar, pero envió alto el caramelo que le había regalado su hermano. Fue la espoleta que agitó de nuevo la leonera. El Athletic se lo creía y Osasuna empezaba a flaquear. Iñigo Martínez tuvo otra, no tan clara, un minuto más tarde. Herrera pidió un break para estirar músculos. Era la manera de dar aire a los suyos. Los últimos bofetones antes del tiempo extra fueron para Kike García, con un disparo lejano queriendo sorprender a un adelantado Agirrezabala; Raúl García, cuyo disparo repelió Herrera, y Nico, que remató igual de mal que la primera vez.
El primer finalista de la Copa 2023 se decidió al pico de la medianoche. Y con Chimy Ávila en el campo. El argentino, que viajó en proceso de recuperación de una lesión muscular, llegó a la prróroga. Saltó al verde cuando el duelo era ganado a los puntos por el Athletic (13 córners lanzados por los rojiblancos por 0 de Osasuna), pero el billete a La Cartuja pedía un K.O. El que podía haber ejecutado Vesga, en el decimocuarto córner, de no haberse cruzado un genial Herrera. El K.O. tardó en producirse. Y fue cosa de Pablo Ibáñez. Los que acudieron a San Mamés en una noche mágica vivieron el duelo con la misma intensidad de que se estuviera disputando un título. Entre tanta marabunta rojiblanca los casi 600 representantes de Osasuna también se hicieron escuchar. No fue una noche de martes cualquiera.Osasuna, además de una plaza para la final de Sevilla, tiene también asegurada la presencia en la Supercopa 2024 y saltarse ronda en la próxima edición de la Copa.
En una de las filas altas de Tribuna Principal, en un espacio muy próximo a la zona de prensa, un aficionado de Osasuna, que ocupaba una de las localidades que el club ofrece a gente de confianza sonreía tras constatar que seguía en pie la reserva de hotel que hizo en Sevilla meses atrás para el fin de semana de la final. Pagó muy por debajo de lo que con los jugadores celebrando en el campo descubrían como ofertas los buscadores de hoteles, con habitaciones estándar por más de 500 euros. La locura de lo que viene con una final de Copa será ahora tarea para la directiva de Sabalza. Las 21.000 entradas que ofrecerá la RFEF darán para atender las demandas de los socios.