Adoptar un gato como mascota es una gran responsabilidad. No se trata simplemente de cubrir sus necesidades básicas: darle de comer, llevarle al veterinario… También hay que dedicar tiempo todos los días al proceso de educación y aprendizaje. Es fundamental para que el gato crezca feliz y se lleve bien con los humanos.
Lo primero y más importante es tratar de entender el comportamiento natural de los felinos. Si en algún momento hay que regañar al gato, hay que evitar cometer una serie de errores. De lo contrario, el animal puede acabar odiando o teniendo miedo a su dueño.
No tener en cuenta sus necesidades esenciales
Del mismo modo que los humanos tenemos nuestras propias necesidades, los gatos también tienen las suyas. Sin embargo, muchas veces esas necesidades esenciales pueden ser vistas como malos comportamientos por los dueños de los mininos.
Ocurre, por ejemplo, con la necesidad que tienen de rascar con sus uñas las paredes o los muebles. Regañarlo o castigarlo sólo va a provocar que sus niveles de estrés aumenten, y lo más probable es que el gato se muestre más agresivo.
La forma adecuada de reconducir este tipo de conductas es con refuerzos positivos, proporcionándole un rascador para que no arañe los elementos del hogar.
Ser incoherente
Un punto muy importante a la hora de educar un gato es evitar ser incoherente. Es decir, no se puede regañar al animal porque se suba a la cama si otras veces se le permite hacerlo. Si unas veces se le regaña por hacer una determinada cosa y otras no, no lo entenderá.
Gritar o agredir al gato
Por supuesto, bajo ningún concepto hay que gritar o agredir al gato. El animal nunca va a entender el motivo del enfado. Simplemente va a sentirse confuso y acabará asociando la experiencia negativa con su dueño, de tal modo que le cogerá miedo.
En la educación de un animal las emociones negativas nunca son una buena idea. Lo que hay que conseguir es redireccionar determinadas conductas aplicando refuerzos positivos.
Por último, cabe señalar que educar a una mascota de forma incorrecta, sólo provocará que el gato acabe oiando a su dueño. Ademñas, podría romper el vínculo entre ambos, perjudicando así al bienestar del animal.