Autor Tema: El Hierro, un ejemplo para el planeta  (Leído 1344 veces)

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Desconectado monica

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El Hierro, un ejemplo para el planeta
« en: Septiembre 28, 2021, 11:55:36 am »
Aunque todos tenemos los ojos puestos en el drama de La Palma, hoy queremos centrarnos en El Hierro: gracias al viento, que es de lo poco que en El Hierro nunca faltó, esta pirámide de lava en el confín de las Canarias apunta a convertirse en la primera isla totalmente sostenible del planeta. Razón de más para perderse en su belleza.

El viento es casi lo único que jamás escaseó por esta isla, donde las nubes, arrastradas por los alisios, suelen pasar de largo sin dejar ni gota. De pura sed, los vecinos de este grumo de lava posado sobre el Atlántico se vieron durante generaciones abocados a una vida mísera o a la emigración. Hoy, sin embargo, presumen de habitar la isla que va camino de convertirse en la primera del planeta en funcionar con energías 100% renovables. Y gracias, precisamente, al viento.



El germen de este logro fue el Plan de Desarrollo Sostenible que, en 1996, sentó las bases para mejorar el día a día de los herreños sin para ello sacrificar la naturaleza de esta hoy reserva de la biosfera y geoparque de la Unesco, donde el 68 % del territorio cuenta con alguna figura de protección, los bloques de apartamentos brillan por su ausencia y el turismo de masas ni está ni se lo espera.



El hito definitivo: la inauguración en 2014 de la central hidroeólica de Gorona del Viento, cuyos cinco aerogeneradores abastecen de electricidad a los casi 10.000 habitantes de El Hierro y, cuando no sopla lo suficiente, la produce el salto de agua entre sus dos embalses a distinta altura. Si en el verano de 2019 consiguieron surtir toda la demanda de la isla durante 24 días consecutivos y el pasado mayo cubrieron su 77 %, Santiago González, consejero delegado de Gorona del Viento, confía en funcionar exclusivamente con renovables para 2040, aunque dependerá de la implantación, ya en marcha, de otras fuentes de energía limpia como la fotovoltaica, así como del consumo responsable de los usuarios.



Con unos recursos mínimos y a desmano de cualquier lugar, El Hierro tuvo que aprender a valérselas sola. Haciendo de la necesidad virtud, el agua del mar se desala, abundan las placas solares, se potencia desde la agricultura y la pesca ecológicas hasta la eliminación total de residuos y, cada vez más, el coche eléctrico.

Aun así, este Finisterre de las Canarias es mucho más que un laboratorio de sostenibilidad, como comprueban quienes, huyendo de escenarios más trillados, eligen sus apenas 30 kilómetros de largo por 15 de ancho para emprender caminatas entre sus sabinares, los bosques de laurisilva de sus cotas más altas y las soledades marcianas de sus cerca de 500 cráteres a cielo abierto. O para bucear entre mantas diablo en la Reserva Marina del Mar de las Calmas e instalarse sin más en una casita rural a paladear sus ecosistemas sin depredar, con poco ruido, poca gente y poca cobertura en el móvil.



Hasta el reciente éxito de la serie televisiva Hierro, la isla geológicamente más joven del archipiélago ha vivido medio eclipsada por sus hermanas mayores. A fin de cuentas, este fue siempre el fin del mundo. Lo fue literalmente hasta el descubrimiento de América, cuando la Tierra aún era plana y no se conocía nada más a occidente.

Incluso siglo y pico después, el cardenal Richelieu ratificó la decisión de Ptolomeo de ubicar por aquí el meridiano cero y, junto a lo mejores matemáticos y astrónomos del momento, colocó su línea imaginaria exactamente en la Punta de Orchilla. La isla del Meridiano —como figuró durante siglos en las cartas de navegación— acabó perdiendo el honor en favor de Greenwich, aunque conservó en el faro de Orchilla, entre los vendavales que pican las olas los días de marejada y sin una casa ni un mal tendido eléctrico que afeen el panorama, los mejores atardeceres de El Hierro.



Rivalizan con sus puestas de sol las que se avistan desde la cala rojiza de Tacorón, resguardada por esas laderas del Julan donde se conservan los petroglifos que cincelaron por sus coladas los aborígenes bimbaches.

Miradores de vértigo
También rivalizan las de las tardes inspiradas junto a las pozas de lava de La Maceta, en las que darse un chapuzón a resguardo de un mar casi siempre embravecido, o las que asoman por casi cualquier mirador al filo de los riscos. Como el Mirador de la Peña, diseñado por el escultor César Manrique, o el recién remodelado de Jinama, gravitando más arriba aún sobre los huertos y los bancales de viña del valle del Golfo, una empalizada de roca cuyo boquete en forma de media luna lo abrió el cataclismo que, hace millones de años, mandó media isla al fondo del mar.



Playas, por el contrario, en El Hierro hay pocas, y, con raras excepciones, las que hay son peligrosas, aunque pocas tanto como la espectacular de El Verodal, donde resulta difícil decidir si intimida más la fuerza de las olas o los desprendimientos del montañón que le guarda las espaldas. El renegrido hilván de acantilados que orla toda la isla la ha protegido a su manera de los estragos del turismo de sol y playa. Su belleza arisca no es fácil, y no es para cualquiera. Quien persiga placeres mundanos hará bien en buscarse otro lugar, pero el que pretenda olvidarse del mundo, muy probablemente habrá encontrado el suyo.

Desconectado pitufet

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Re:El Hierro, un ejemplo para el planeta
« Respuesta #1 en: Septiembre 28, 2021, 04:36:42 pm »
bonitos paisajes . gracias Monica